Las obras conjuntas de artistas que se unen para alguna causa de las llamadas humanitarias suelen recordarse más como acontecimientos extraordinarios por la reunión de fama y talento que por las soluciones para los desvalidos, como no podía ser de otro modo (¿quién podría solucionar, digamos, la pobreza?). Hace veinticinco años fueron los de "We are the world" y sus secuelas, una de las cuales en ese mismo 1985 reunió a cantantes latinoamericanos para la canción "Cantaré, cantarás", en donde lo interesante era escuchar en la misma pieza a Julio Iglesias, José Luis Rodríguez "El Puma", José José, Roberto Carlos, Emmanuel, Vicente Fernández y una treintena más, incluyendo actores como Cantinflas y Ricardo Montalbán (puras caras, por lo de la promoción).
Viendo y escuchando ahora el "re-make" de "We are the world... for Haiti", ¿será que ha decaído la música gringa? Lo digo porque salvo Josh Groban y Celine Dion (y un Santana a quien casi no se le oye la guitarra), del resto hay que ir a preguntarle a la Wikipedia quién rayos son. No en balde alguien comentó: "buena causa, mediocres artistas".
¿Y será que los latinoamericanos salen con su réplica bajo la frase de cajón de "no quieren quedarse atrás"? Como sea, quizá no les quedaría mal una pieza conjunta a la gente como Juan Luis Guerra, Luis Miguel, Shakira, Christian, Juanes, Carlos Vives, Ricky Martin, Chayanne, Ricardo Montaner, etc. ¡Ah, pero eso sí: que esta vez no vaya a faltar el mero Juan Gabriel!
domingo, 14 de febrero de 2010
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1 comentario:
La tragedia también vende.
¿No es una moda ser "progre" en estos tiempos políticamente correctos, donde también la impostura se ha globalizado?
Más que moda, es modus vivendi, o en términos contemporáneos: es marketing. Si no estás en la televisión y en internet no eres nadie y no vendes: poco importa la mediocridad o la nulidad. Lo que cuenta es la imagen.
Si no miremos galardones, certámenes o concursos. Y para enterarnos que la Tragedia también vende: la fotografía premiada, el reportaje desde el lugar de los hechos.
Inposturas, ingenuidades y voluntarismos, aparte... la crítica a los famosos y poderosos debería incluir también, una exigencia de responsabilidad y moralidad a los gobernantes de los países en catástrofes.
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