“Le Concert” (2009) me fue recomendada por DX hace varias semanas. Tal vez pensó que porque era de música me iba a gustar, aunque eso no siempre es garantía. Al leer el resumen de la trama, vi que se trataba de la reivindicación de un director de orquesta defenestrado durante la época soviética, pero pensé que era otro el enfoque y admito que por eso no le di prisas.
Luego de la sesión audiovisual de hoy, me resulta particularmente curioso que -pese a darme cuenta del error de percepción a partir del tráiler, la portada (que no es la que aquí se ve) y el plot- no resiento el haber pospuesto su visualización hasta este día, cuando como espectador en su contexto vital particular he hallado resonancias en frases, escenas e imágenes significativas.
Si bien las obras de arte no definen su belleza por el solo mensaje que transmiten, siento que la fortaleza de “Le Concert” está en la recuperación de las utopías, del derecho a soñarlas y del riesgo de ir a por ellas. Evidentemente, esta es solo una película y el guión de la vida real no siempre acaba en la realización plena, pero ¿no son acaso los más hondos anhelos los que animan nuestros días?
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