Ana Gabriela llevó la responsabilidad de las “Cartas escritas cuando crece la noche”, de Claudia Lars, mientras que a Marta Eugenia y Luis Damián les fue encomendado “Cristoamérica”, de Oswaldo Escobar Velado. Ambas presentaciones lucieron tan bien como deberían... ¡y todavía un poco más!, debido no sólo al talento recitador del trío involucrado sino también al contexto escénico propio de un teatro verdadero: luces y sombras, tramoyas y telones, camerinos y tablado.
Del espectáculo en su conjunto, aparte de lo animado que estuvo tanto arriba como abajo del escenario, conservaré en mi impresión dos elementos: el primero, su acentuado carácter de collage; el segundo, la amplitud de fuentes, orígenes y criterios de las danzas autóctonas, riqueza que no tenemos por estos rincones de mínima tradición cafetalera.
Aun a sabiendas de que las presentaciones de revista son variadas por esencia y necesidad, algunos contrastes radicales no dejaron de sorprendernos, como iniciar la declamación de un desgarrado poema íntimo, bañada la intérprete por blanca luz de cañón en el centro del escenario, conviviendo aún con los ecos retumbantes del previo baile juvenil, ligeramente estrepitoso. En cuanto a los ritmos y movimientos, me quedo con el colorido espectáculo de vestuarios y decorados; además observo, con simple ánimo clasificatorio, que en dicha variedad confluyeron al menos tres fuentes: la danza folclórica tradicional, de vena hispánica y colonial; otra fuente nueva, siempre rural pero surgida en el contexto de las gestas revolucionarias de las décadas de los ’70 y ’80; y una tercera mucho más festiva, vinculada a ritos y tradiciones de la costa atlántica relacionados con la celebración de la fertilidad, línea que la cultura conservadora salvadoreña podría calificar de algo atrevida.
La breve experiencia resultó agotadoramente interesante, pues dedicamos dos días al ir y venir por tierra, más un tercero para el maratónico ensayo, recluidos por doce horas en las entrañas del prestigioso y monumental teatro. Y, como no encuentro otras palabras para concluir el tema, sólo me resta exclamar, sonriente y satisfecho: ¡qué bonito estuvo!
4 comentarios:
Lo que me resta decir es ¡Gracias!Primero que todo por descubrir nuestros "talentos" y potenciarlos en todos los certámenes, para finalizar con broche de oro en esta inolvidable experiencia.Para un ojo y criterio inexperto, todos los números me parecieron excelente.
Personalmente trataré de superar mis traumas, con especial enfásis al "monólogo teatral", pero hablando ya seriamente: ¡Mil gracias por todo!!!!!!!!!!
El anterior comentario es de Gabriela Santos.
Por mi parte, también le agradezco, pues aparte de ser una experiencia muy valiosa,fue única, como usted mismo ha dicho. Confieso que (al menos en mi número de poesía coral), el mérito es suyo, pues se esforzó mucho durante nuestra preparación. Finalmente, mi conclusión converge con la de Gaby: ¡MUCHAS GRACIAS!.
F. Marta Eugenia Zavaleta
"second" a Marta Eugenia
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