lunes, 4 de julio de 2016

Recorte literario

Ocurrente y divertido (tan espontáneo que con frecuencia rozaba el riesgo), se veía superior al resto de anodinos, ridiculizando toda objeción. Inflexible argumentador en cualquier opinión, misógino en cada poro, diestro manipulador consciente, era no obstante incapaz de medir el alcance de sus actos… o quizá nunca le importó.

Secretamente amaba la destrucción, especialmente la propia, pero en ese afán no vacilaba en arrastrar a cuanta persona hubiese en su campo gravitatorio, incauta y propicia para tal fin.

Del inquietante relato "El sociópata al final del pasillo".