Hoy hemos visto "Tebas", obra teatral a la que acudimos por gentil invitación de Alejandra Nolasco, una de las actrices involucradas. Este montaje de Fernando Umaña se basa en varios textos de la antigüedad griega y desarrollan la trama trágica de los hijos de Edipo, todo ello lleno de ingeniosos recursos escénicos para caracterizar a los personajes y establecer o insistir en las emociones planteadas.
Al final de los noventa minutos -y vaya en ello el reconocimiento del mérito actoral- me pareció que los protagonistas fueron, precisamente, los objetos; es decir, todo lo que, por virtud de los participantes, puede expresarse a través de cinco barriles, un par de tablones, dos o tres telas, una silla secretarial y una bicicleta estacionaria (además, claro, están las máscaras, la expresión corporal, las luces y los incipientes y dolorosos cantos en escena).
Lo antes dicho tiene sentido desde el momento en que el tono recitativo propio del teatro clásico es el mismo durante toda la obra, son los mencionados utensilios los que dan dinámica y mantienen el interés intelectual del público. Observo aquí que la obra no está dirigida al sentimiento sino a la razón, en tanto que el público no ríe ni llora, sino que reflexiona sobre el tema central: la orgullosa terquedad de un monarca, quien persiste en una injusticia. Quizá por ello en algunos medios la obra se promocionó como una reflexión sobre la realidad actual, aun cuando no me parecieron tan pertinentes los últimos objetos (fotografías) aparecidos al final, pues el paralelismo histórico entre estas y aquellas víctimas luce un tanto forzado.
En síntesis: buena obra, vayan a verla y, una vez allí... ¡deléitense con la plasticidad de tales armazones!
sábado, 18 de agosto de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario