domingo, 30 de septiembre de 2007

Egodrecistas

Concluyó el campeonato mundial de ajedrez, jugado en la ciudad de México con la participación de la mayoría de los jugadores más fuertes del mundo y, en teoría, este evento es la reunificación del título mundial y establece un acuerdo razonable de procedimientos para ganarlo, poniendo un esperado, necesario y saludable fin a casi quince años de caos generalizado en el tema, tiempo en el cual hemos contemplado el penoso espectáculo que han montado los “grandes maestros” en relación con el campeonato mundial, sus continuas rupturas y fallidos intentos de reunificaciones (un asunto tan enredado, absurdo y prolongado que a cualquier patrocinador acaba dejando harto, por no hablar del civil espectador, a quien fácilmente podríamos aburrir aun con la más sucinta crónica al respecto).

Junto conmigo, que soy muy aficionado al tema, muchos se preguntarán por qué personas tan “inteligentes” como para ostentar un título de "gran maestro" se han comportado durante tanto tiempo como niños tan caprichosos e inmaduros. El origen y explicación de tales desaciertos está seguramente en el hiper-desarrollado ego de algunos de estos pensadores, así como sus alarmantes carencias de otras inteligencias distintas de la lógica-matemática y espacial. Es irónico que las vidas de varios de los grandes campeones hayan sido una colección de serios transtornos de personalidad: desde manías indeseables hasta obsesiones perniciosas, pasando por cierta misantropía: un triste inventario.

No obstante lo anterior, cabe decir también lo siguiente en honor a la justicia: el padecimiento de esos males no es exclusivo de los ajedrecistas, basta para ello examinar las miserias de otras celebridades en diferentes áreas intelectuales, artísticas y deportivas. También es verdad que la inmensa mayoría de seres humanos que practican el juego son personas normales e incluso felices. Particularmente, de mi gusto por la práctica y enseñanza del ajedrez tengo muchos recuerdos, la inmensa mayoría dentro del plano positivo. Es más: luego de algunos años de experiencia por el mundo de los cuadritos blancos y negros, con sinceridad y pleno convencimiento recomiendo la práctica del juego-ciencia como una forma de sano entretenimiento, desarrollo de la capacidad analítica y refuerzo de la voluntad y el carácter... ¡siempre y cuando los y las practicantes tengan como propósito llegar a ser personas integrales y cuiden que su ideal de vida esté a salvo y bien lejos de los "egodrecistas"!

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