Confieso que el enterarme de que alguien con quien converso bastante y en confianza a través del sistema de mensajería instantánea de la internet tenía activada desde hace meses la casilla para hacer un archivo automático de nuestras pláticas, causó un pequeño y no sé si injustificado ataque de paranoia.
Es la ilusión de cercanía y privacidad con otras personas a través del "chat" la que nos hace olvidarnos de detalles como el mencionado; aunque, después de todo, nuestra cháchara no sea tan importante como para merecer espionaje alguno. ¿O sí...?
Todas las cosas cotidianas que uno dice por tales ventanitas (sean estas del tema que sean, dichas con ingenio, humor, ironía, imaginación o lenguaje popular), por el solo hecho de quedar grabadas en algún sitio adquieren de repente una relevancia inusitada, como si de documentos secretos de alta importancia se tratara, despertando todo tipo de temores por situaciones que, aun cuando prácticamente casi son imposibles, generan fantasías catastróficas ("si esta frase cayera en manos perversas, ¡nos hundiría hasta el mismísimo fondo del averno!").
jueves, 20 de septiembre de 2007
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