Ya sea enfrente de los acontecimientos “en vivo”, ya sea en esos ratos libres que el cerebro se pierde en recuerdos y desvaríos, el caso es que en uno se van acumulando cosas que fastidian, aburren, molestan y hostigan, bien sea por su elevado nivel de insensatez, por su recurrencia ad infinitum, por su intrínseca absurdidad o porque jamás de los jamases van a solucionarse, tanto que dan ganas de cachimbear a alguien pero no se halla a quién o, si lo hay, mejor no hacerlo porque uno mismo podría salir perdiendo, y por mucho.
Así las cosas, he aquí una pequeña lista personal catártica, sin seguir ningún orden particular.
Señoras y señores: digo que estoy hasta el gorro de…
… el intrincado, anacrónico, ineficiente y bastante corrupto sistema judicial que padecemos, capaz de producir fallos tan insólitos como indignantes y principal culpable de la impunidad y la sensación de inseguridad generalizada.
… el despilfarro que de los recursos públicos hacen los funcionarios de los diversos órganos del Estado, de todos los partidos políticos y especialmente en la Asamblea Legislativa.
… la ligereza de las huelgas, tomas de calles y edificios, suspensiones de labores, barricadas, etc. por la mínima causa que se les ocurra, generalizando y al mismo tiempo desvalorizando un método de lucha histórico hasta volverlo ineficaz y contraproducente.
… las alocuciones envalentonadas de gente que habla de temas que no conoce, que cita como verdaderos hechos que no le constan y cuya única fuente de información siempre es el impersonal “me contaron” y el difuso “dicen que” (incluyendo dudosos correos electrónicos o publicaciones irresponsables en Internet).
… los políticos y políticas con sus campañas, sus decires y sus múltiples inoperancias.
… la enorme cobertura mediática de temas, personajes y productos triviales, alienantes o basura, con el argumento de “es lo que a la gente le interesa”, cuando son los propios medios quienes han inducido y acostumbrado a las masas a consumirlos.
… los intelectualoides pedantes que van de víctimas –especialmente en el extranjero- hablando mal de este ingrato país que no los merece, ganando fama a costa de ello pero incapaces de aportar algo para salir del hoyo.
… los debates sobre importantes temas jurídicos y políticos en el marco del Estado laico hechos a base de argumentos religiosos de corte fundamentalista.
… los buseros, su comportamiento y las cíclicas negociaciones de estira y encoge con el Gobierno, de donde siempre salen con una pila de promesas y acuerdos para mejorar un sistema obsoleto y caduco.
… y las pláticas de chupadero... ¡fuera del chupadero!