Para no crear falsas expectativas, aclaro que esta entrada no es para responder a esta pregunta, sino para explorar a grosso modo los múltiples sentidos e implicaciones que dicha interrogante puede tener. Al finalizar la lectura, espero comprendan que sería muy atrevido responder con la simpleza que quizá espera la persona que interroga.
En principio, tengamos claro que mucha gente confunde o identifica mecánicamente la creencia en un dios con la adhesión a una religión específica, e incluso con eso que llamamos “espiritualidad”.
(De este tema ya me ocupé en una entrada anterior, a la que remito en este enlace. Baste recordar que el problema filosófico de la existencia de Dios es de otro orden, bien distinto al tema antropológico de la religión, aunque todas las manifestaciones históricas de ésta se autoproclamen como caminos únicos y a menudo excluyentes para contactar con la presunta realidad divina.)
Así pues, en la mayoría de ocasiones pareciera que la pregunta real es “¿qué religión profesa usted?” Y aún esto, en apariencia más específico, no es tan simple de responder.
Una mínima investigación o conocimiento del tema lleva a concluir que dentro de cada religión hay modalidades tan distintas que resulta aventurado concluir algo específico con la sola enunciación de, por ejemplo, “cristianismo”.
¿Cuál cristianismo? ¿Católico, luterano, anglicano, evangélico o de sectas particulares? Y aún diciendo “católico”, ¿de cuál catolicismo? Aún el "católico, apostólico y romano" es muy diverso. Y si hablamos de etiquetas: ¿es el catolicismo de los jesuitas de línea progresista, de los reaccionarios como el Opus Dei o de elitistas tipo los Legionarios de Cristo? ¿Acaso iluminados estilo Carismáticos o Camino Neocatecumenal? ¿O nostálgicos de la Teología de la Liberación (aunque prácticamente ya extinta, con perdón de los devotos)? ¿O simplemente “doctrina social de la Iglesia”?
Sí, dirán que el Catecismo de la Iglesia Católica es uno solo, pero en la práctica los énfasis son demasiado diferentes. ¿Qué tal si profundizamos para conocer si su cristianismo es mágico, comerciante, esclavista o liberador? ¿O si su dios es vengativo y caprichoso, o por el contrario, padre-madre amoroso? ¿Y si Dios, en caso de existir, interviene a discreción en los asuntos particulares de las personas, o bien se abstiene de hacerlo? ¿O si hay o no comunicación entre esa realidad divina y la realidad humana?
¿Verdad que no es tan simple?
Y el lío no para allí, pues también cabe distinguir entre el significado de la pregunta y su sentido.
Muchas personas, al auscultar creencias religiosas, lo hacen a partir de estereotipos. Uno de los más nocivos es la identificación del ateísmo con la maldad, o de otras confesiones religiosas con una condición moral inferior, de tal suerte que la pregunta escondida detrás de “¿cuál es su religión?” sea “¿es usted una buena persona?”
Pero la historia y la vida misma nos llevan a dudar de la supuesta correlación entre ser una persona muy religiosa y ser una persona con altos valores morales. Piense en las fuertes y constantes críticas que, según cuentan, lanzó el mismo Jesús contra los fariseos, los hombres más religiosos de su época. O también en cuánta muerte, dolor y sufrimiento han causado (y aún causan) personas muy religiosas en nombre de su respectivo dios.
Si la religión le ayuda a una persona a mejorarse a sí misma y a su entorno, qué bueno, pero esto también puede hacerse por puro humanismo, sin necesidad de una creencia religiosa.
No pretenden estas líneas agotar la complejidad del tema, sino tan solo dar algunos trazos para prevenirle que, si usted insiste en preguntar por la creencia religiosa o metafísica de una persona, sepa el berenjenal en que se está metiendo.