domingo, 6 de diciembre de 2009

Gris, como ese paisaje.

Sabido es que antes de sentarse a ver cine europeo clásico hay que bajar expectativa de la velocidad de los acontecimientos, más si de cine culto (recomendado por alguna razón estética o página web) se trata, y especialmente cuando hay de por medio una adaptación de una novela. Hecho lo anterior, el concepto de injusticia social que brota de "Los santos inocentes" (1984), del director Mario Camus y basada en la obra homónima de Miguel Delibes, se nos revela en los matices precisos de un realismo sin aspavientos, de donde la condición humana no se reivindica ni con la justa y silvestre venganza ni con la siguiente generación sumergida en un inquietante ostracismo. Lo demás, una sensación depresiva de la que tarda uno algo en recuperarse.