Dispuesto a concluir mi ya extendida excursión semi-vacacional por una primera antología del cine español, y habiendo sentido ya los primeros indicios de esa fatiga que se adhiere al viajero en los postreros tramos de su recorrido, doy no pedida cuenta de tres títulos que, bien por ser así o por relación de contigüidad, difícilmente pueden disociarse de una honda sensación depresiva: "El viaje a ninguna parte" (1986), "El bosque animado" (1987) y "Los lunes al sol" (2002).
"El viaje..." es la historia de un cómico itinerante que se maneja entre el fracaso cotidiano y, en su vejez, los falsos recuerdos de una grandeza que nunca existió. Si el propósito del filme era insistir en la antigua idea del payaso que "ríe por no llorar", el actor, director y guionista Fernando Fernán Gómez lo ha conseguido con buena dosis de dramatismo, pese a que el final más poético está en una escena diez minutos antes del final cinematográfico.
En cuanto a "El bosque...", viene a ser una colección de retazos pueblerinos entre divertidos, trágicos y anodinos, bastante bien lograda si se ven aisladamente, aunque en la perspectiva global no alcanzan a cuajar en una trama totalmente unitaria, de tal modo que uno acaba preguntándose al final quién es el protagonista, o si lo hay en el estricto sentido del término. Que tiene momentos divertidos, graciosos y ridículos, los tiene, pero al final del par de horas la sensación que queda no es precisamente de optimismo.
Finalmente, la historia de "Los lunes..." no deja lugar a nada más que la desolación anímica: el drama del paro o desempleo para unos tipos de entre cuarenta y cincuenta años, todo hablado entre dientes, sin subtítulos en español y en una narración audiovisual tan plana como una llanura que se pierde en el horizonte.
Así pues, he aquí tres recomendaciones para quienes quieran sumergirse en las infinitas aguas de la tristeza ajena... o propia.
sábado, 23 de enero de 2010
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