domingo, 23 de enero de 2011

Cuando la queja no ayuda

“Aun con justa causa, los lloriqueos, berrinches y poses de víctima no dignifican el quehacer artístico y además son contraproducentes”

RFG en Twitter, 13 de enero de 2011.

A principios de este año un escritor salvadoreño recibió un premio literario centroamericano, evento que -aun cuando suele ocurrir cada cierto tiempo- es en cierto sentido excepcional y digno de cobertura noticiosa.

Como era de esperar, a nivel de masas y de medios ese logro pasó desapercibido.

En un justo reclamo y saludable intento por dar méritos al colega, este día apareció un prometido artículo de una escritora salvadoreña en relación con dicho evento, donde describe muy bien los criterios “culturales” (en sentido genérico y un poco irónico) con que se maneja la cultura (en sentido artístico) en nuestros medios de difusión masiva.

Casi todo lo dicho en el artículo mencionado es muy cierto y se podrían añadir varias páginas que expresaran las quejas de unas y otros. Yo mismo me he referido al tema en más de un espacio y también lo he comentado personalmente y en público. Sin embargo, tengo por cierto que en nuestro medio las quejas no han ayudado, especialmente cuando las formula el propio gremio artístico.

Al reclamar en voz alta por la falta de atención y aprecio por las propias obras, quienes se sienten atacados reaccionan tachándote de su lista. Por otra parte, si lo que querés es ganarte al público, la peor estrategia es enrostrarle su incultura o mal gusto, pues con eso lo menos que te tiran son tomatazos o huevos podridos (y muy bien ganados, por pedante).

Así pues, con los correspondientes “machete, estate en tu vaina” y “no te peleés con la cocinera”, más la firme decisión de ser uno mismo, sólo tengo tres cosas que decir al respecto, muy a lo gringo:

· Live with it!

· Don’t give up!

· Go ahead!

1 comentario:

María José Martínez. dijo...

Muy de acuerdo. Creo que el medio es hacer la lucha tantas veces como sea necesario para abrirse espacio con quien desee oír/leer/ver/tocar nuestra obra.

Cada vez que un artista se queja, pierde algo del "aura" (no tengo otra palabra más adecuada en la cabeza a estar hora de la noche) que la gente cree ver alrededor de él, ese aire romántico del que sufre por su obra, que sigue adelante sin importar nada, y queda como un simple vendedor que se enoja porque no le compran.

En fin, en cuanto a la apertura y la cobertura cultural en el país hay mucho que decir, pero también hay mucho que hacer... Creo que es mejor, aunque no más fácil, hacer que decir.

Saludos.