Marvin Galeas
El oligarca rebelde
Mitos y verdades sobre las 14 familias: la oligarquía.
- El dilema por el autor.
El Salvador ha de ser uno de esos olvidados rincones en el mundo en donde todavía es necesario hacer una aclaración previa al comentario, reseña o crítica de un libro, para justificar -y, en ocasiones, casi pedir disculpas- por el solo hecho de haberlo leído.
Tal es el caso de “El oligarca rebelde”, de Marvin Galeas (edición electrónica para Kindle, 2015).
Llegué al texto virtual por vía de una nota de periódico que contaba una anécdota curiosa sobre la mansión Guirola, en Santa Tecla. Como la librería de Amazon permite la lectura gratuita de algunas páginas antes de decidir adquirirlo, me bastó un clic para darle un vistazo for free.
El relato me interesó por el tema pero también por la forma en que está escrito: un estilo relativamente sencillo, sin demasiadas complicaciones estilísticas y muy ágil en cuanto a la acción.
Y entonces… he aquí el dilema (yo diría que de carácter ético-ideológico) de fondo: que ya tengo una opinión formada y desfavorable sobre el autor, cuyo libro estaba a punto de comprar.
Desde mi percepción, estos son los cinco puntos básicos de la identidad pública de Marvin Galeas (otrora voz oficial de Radio Venceremos, baluarte en las comunicaciones de la insurgencia armada), deducidos principalmente de la lectura de su columna en El Diario de Hoy:
- Punto # 1: "Perdón por haber sido guerrillero, fue rebeldía juvenil pero en realidad lo que siempre quise fue tener al menos el estilo de vida de la pequeña burguesía".
- Punto # 2: "El FMLN se desnaturalizó al hacerse comunista, cuando yo militaba allí era una gran cosa, pero conste que ya me arrepentí."
- Punto # 3: "¡Qué gran partido es Arena, cuánta apertura y evolución! Por cierto, son falsas (o, en todo caso, no del todo bien comprobadas) las acusaciones sobre sus orígenes, su pasado y su fundador".
- Punto # 4: "¡Qué ponzoñosos son quienes me tildan de traidor! ¿Ya no puede uno girar 180º en su pensamiento?"
- Punto # 5: "Cuando conozco, platico y departo con prominentes personajes de la derecha (que fueron mis antiguos y adinerados enemigos), me siento arrobado, embelesado, redimido."
Pero como uno se la lleva de intelectual abierto a la diversidad -y, de hecho, ha predicado en las aulas que la simpatía o antipatía por el autor no debe interferir en la valoración literaria- hice acopio del mismo espíritu que me llevó a la sala de cine a ver el volumen uno del documental “El Salvador: los archivos perdidos del conflicto” y pulsé sobre el botón “comprar con un clic”, esperando que no se me derritiera el Kindle mientras leía.
Ya concluida la tarea, de la que creo salí indemne, puedo comentar algunos puntos relevantes.
- El autorretrato oligárquico.
Marvin Galeas, antes que ser autor del libro (en sentido tradicional), cumple un papel similar al arreglista de una obra musical: a partir del material provisto por el protagonista, él redacta, organiza y distribuye el contenido de manera tal que su lectura resulte fluida y entretenida para el lector o lectora.
Eso lo logra bastante bien, salvo un par de entrevistas prescindibles en la parte final. Con todo, es un punto a favor si consideramos lo difíciles, incoherentes, azarosas y a veces áridas que son muchas de las novelas escritas desde la perspectiva ideológica de izquierda, a menudo justificadas por esa sola causa.
En cuanto al contenido, el libro bien puede presentarse como las memorias de Jaime Hill Argüello, miembro de una de las familias más poderosas de El Salvador, conocidas históricamente como “la oligarquía”.
La mitad del texto es el relato de su secuestro por parte de la guerrilla a finales de 1979, mientras que la otra parte entremezcla estampas familiares y valoraciones sobre la situación social y política del país en diversas épocas del siglo XX, finalizando con una parte testimonial relativa a la adicción a drogas y su postrer recuperación.
La obra es particularmente interesante por la reiteración de la percepción que el protagonista, Jaime Hill Argüello, tiene de su propio grupo social. El oligarca se ve a sí mismo, y a muchos de los demás miembros de ese reducido grupo multimillonario, como progresistas, conscientes de la pobreza y marginación de grandes sectores de la población, con espíritu solidario indiscriminado y, sobre todo, como los grandes modernizadores del estado salvadoreño, al que admiten haber manejado durante prácticamente un siglo.
No obstante el anterior discurso, mueve a dudas y cuestionamientos el agudo contraste entre el estilo de vida allí relatado frente a la realidad social de miseria en que estaban sumidas las mayorías, si uno está medianamente enterado de la historia del país, más allá de las usuales simplificaciones ideológicas.
Un elemento engañoso a resaltar es el título mismo: el oligarca rebelde. Pese al notable esfuerzo del libro por presentar a Jaime Hill Argüello como relativamente distante de su grupo social, el adjetivo “rebelde” le viene más por su carácter díscolo y algunos episodios de vida licenciosa, antes que por otra cosa. Históricamente hablando, el verdadero oligarca rebelde fue Enrique Álvarez Córdova, dirigente del Frente Democrático Revolucionario, asesinado en 1980 por paramilitares de extrema derecha.
Teniendo en cuenta la situación en la que devino don Jaime, un título más exacto -aunque, ciertamente, no tan atractivo- sería “El oligarca disminuido”, en lo que a poder económico y político se refiere.
En cuanto a los "mitos y verdades" que promete Galeas, mejor citemos a don Macario: "¡ahí saquen ustedes sus propias conclusiones!"
En resumen: si quiere conocer parte de la historia salvadoreña contada por uno de sus protagonistas acaudalados, si le gustan los relatos autobiográficos con caídas y restauraciones, si no padece de fijaciones ideológicas extremas y, sobre todo, si es capaz de apartar de su mente por unas horas la polémica imagen pública del autor del libro, yo se lo recomiendo... en buena onda.
2 comentarios:
Es usted duro , maestro Góchez. Y después de leer lo que usted publica, no, no lo voy a leer. Saludos
Sobrevivió tu kindle a la aberración literaria, ya entendí tu aclaración anterior
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