Hay quienes creen que la vida todo te lo compensa, muy a pesar de ciertas evidencias de gente que, por decirlo de algún modo, recibe más palos que repostería. Serrat lo puso mucho mejor dicho en "Bienaventurados": "si a plazos o al contado, la vida pasa factura". La acotación viene a propósito de una multa de tránsito bastante rigorista (real, no virtual como la anterior), que ya quisiera yo ver aplicada al ejército de cafres (ojo, dije "cafres" y no CAPRES) que deambula por nuestras lunares calles y avenidas.
El policía estrictamente hablando, cumplió con su deber, sospecho que porque yo no entré en la discusión de si era justa o no la esquela. Pienso que, de haberlo hecho, habría terminado todo en un micro-soborno (o "mordida") por aquello de "hey, hombre, no sea tan hecho leña, mire que ando buscando una dirección y no conozco la zona, además venía despacio y con las luces intermitentes puestas; y por último, es un pasajito donde no se puede ir a más de cinco kilómetros por hora". Tampoco iba a ponerme a filosofar sobre la diferencia entre lo legal y lo justo.
Pero como para todo hay que hallar algún asidero moral, vital y exisencial, vengo yo y me acuerdo en ese instante de la creencia enunciada al principio, o sea, ¿qué cuenta me está pasando la mera life por la suma de otros dos acontecimientos recientes? Helos aquí: primero, el pago que finalmente no se me cobró por un servicio previamente convenido (de noble carácter artístico, no sean malpensados/as); y el segundo, una pequeña reparación vehicular sin honorarios, tipo entre cherada, que en cualquier otro taller me habría significado algunos billetitos.
Ponderando la una y las otras cosas, vengo yo de optimista, echo cuentas... ¡y resulta que hasta salí ganando!
sábado, 21 de agosto de 2010
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