Seguramente uno de los golpes de efecto que el gran teniente Columbo producía en sus espectadores, de dentro y de fuera de la clásica teleserie, es su aspecto desgarbado, es decir, su carencia de “gentileza, buen aire y disposición de cuerpo”. Eso generalmente producía el atenimiento de los criminales que, para su propia desgracia, nunca pensaron verse derrotados en el implacable terreno de la lógica por alguien con tal apariencia de despistado.
Últimamente he podido disfrutar de algunos episodios, con la nostalgia de mi ya lejana niñez generando la admiración propia de un adicto. Incluso me he dado a la tarea de traducir los subtítulos del episodio “By dawn’s early light”, uno de los más celebrados, para poder verlo con unos mis jovencísimos estudiantes, de quienes esperaría que no se aburrieran por la falta de efectos espectaculares y, en cambio, siguieran atentamente la lógica y el admirable ingenio de este legendario policía imaginario.
De cara a la cruda realidad local y sus horrendos crímenes sin resolver ni castigar, y aun cuando el género policial o detectivesco es sólo un agradable artificio de la literatura, resulta inevitable pensar en cuánta menos impunidad tendríamos con un policía de este calibre... ¡y con un sistema judicial algo menos corrupto!
domingo, 29 de marzo de 2009
martes, 24 de marzo de 2009
Fin de ciclo
Largo, este elegante perro salchicha que nos acompañó durante doce años, ha finalizado su ciclo vital. Esta tarde, dado que sus dolencias le eran insoportables y no tenían perspectivas de mejorar, le fue aplicada la eutanasia, tras el acuerdo unánime de la familia y, si hubiera podido consentirlo, seguramente de él mismo. Sus restos yacen en el jardín, desde donde poco a poco sus moléculas pasarán a formar parte del decorado. Reconocemos su significativo aporte como mascota de compañía en el mantenimiento de los buenos ánimos familiares, durante el tiempo que estuvo con nosotros. Hay bastantes anécdotas que perdurarán en la memoria colectiva, las cuales probarán su existencia. Ahora, en este último tránsito, también nos ha ayudado a reflexionar y enfrentar con fortaleza el destino perecedero e inevitable de todos los seres vivos. ¡Descanse en paz a quien en vida fuera Largo, nuestra extensa mascota!
lunes, 23 de marzo de 2009
Una por Sally
Hay aquí cerca una institución de educación superior creada y dirigida por el poder económico. Al margen de las connotaciones, en ella estudian, por una parte, quienes gozan de bastante holgura presupuestaria y consideran su destino natural ese alto mundo empresarial y, por otra, quienes están dispuestos a hipotecar su futuro inmediato con tal de ascender hasta dicha élite mediante su desempeño académico y, sobre todo, las relaciones sociales que durante su formación se establecen.
En dicha institución estudiaba Sally (nombre ficticio, persona real). El tiempo pasado en la conjugación del verbo obedece a que ella cometió dos terribles crímenes:
a) No leer el reglamento interno de la institución
b) Creer que toda la gente juzga y castiga con criterios racionales.
En dicha institución, como en otras de similar seriedad académica, la “ayuda ilícita en evaluaciones sumativas” está tipificada como una falta muy grave (para que nos entendamos: dar o recibir copia en los exámenes). Sally fue sorprendida en una de esas y toda persona sensata podría pensar en que la anulación o pérdida de la nota en cuestión (y, yendo a lo muy estricto, una amonestación disciplinaria) hubiera servido de escarmiento.
Sin embargo, el perfil de perfección moral que dicha institución dice tener en visionaria perspectiva, así como lo intachable que debe ser quien aspira entrar al impoluto mundo del empresariado local, dictaminaron que Sally debía ser expulsada de la institución. Sí, amigo lector: expulsada de inmediato, ya, ahora mismo.
En términos sencillos: copias en un examen y estás en la calle. Punto.
¡Ah, pero seamos justos, no privemos al público del final feliz de esta historia! En efecto: las cosas no quedaron así de intransigentes, pues luego de las apelaciones de rigor (padre, tutor y abogado incluido), las severas autoridades se han compadecido de Sally y la recibirán con los brazos abiertos... ¡el próximo año! Y para que no se les acuse de mercantilistas, han tenido la generosidad suficiente de perdonarle, cuando reingrese, la matrícula y colegiatura que ya había pagado hasta el día de su terrible falta.
En términos sencillos: copias en un examen, estás en la calle, te perdonan la vida pero se cobran de ti lo que no tiene precio, esto es, un año enterito de tu tiempo.
Y tú, Sally, ¿no crees que ya has tenido suficiente de ellos? Yo creo que, como dice la gente, “de perdida, puedes tenerla ganada”, por lo que mi consejo es este: recomienza tu carrera en junio en otra universidad, una más real y menos platónica, donde estés con otros seres humanos que, pese a sus yerros, quieran irse perfeccionando en el camino.
En dicha institución estudiaba Sally (nombre ficticio, persona real). El tiempo pasado en la conjugación del verbo obedece a que ella cometió dos terribles crímenes:
a) No leer el reglamento interno de la institución
b) Creer que toda la gente juzga y castiga con criterios racionales.
En dicha institución, como en otras de similar seriedad académica, la “ayuda ilícita en evaluaciones sumativas” está tipificada como una falta muy grave (para que nos entendamos: dar o recibir copia en los exámenes). Sally fue sorprendida en una de esas y toda persona sensata podría pensar en que la anulación o pérdida de la nota en cuestión (y, yendo a lo muy estricto, una amonestación disciplinaria) hubiera servido de escarmiento.
Sin embargo, el perfil de perfección moral que dicha institución dice tener en visionaria perspectiva, así como lo intachable que debe ser quien aspira entrar al impoluto mundo del empresariado local, dictaminaron que Sally debía ser expulsada de la institución. Sí, amigo lector: expulsada de inmediato, ya, ahora mismo.
En términos sencillos: copias en un examen y estás en la calle. Punto.
¡Ah, pero seamos justos, no privemos al público del final feliz de esta historia! En efecto: las cosas no quedaron así de intransigentes, pues luego de las apelaciones de rigor (padre, tutor y abogado incluido), las severas autoridades se han compadecido de Sally y la recibirán con los brazos abiertos... ¡el próximo año! Y para que no se les acuse de mercantilistas, han tenido la generosidad suficiente de perdonarle, cuando reingrese, la matrícula y colegiatura que ya había pagado hasta el día de su terrible falta.
En términos sencillos: copias en un examen, estás en la calle, te perdonan la vida pero se cobran de ti lo que no tiene precio, esto es, un año enterito de tu tiempo.
Y tú, Sally, ¿no crees que ya has tenido suficiente de ellos? Yo creo que, como dice la gente, “de perdida, puedes tenerla ganada”, por lo que mi consejo es este: recomienza tu carrera en junio en otra universidad, una más real y menos platónica, donde estés con otros seres humanos que, pese a sus yerros, quieran irse perfeccionando en el camino.
sábado, 21 de marzo de 2009
Donativos
Aunque las noticias sobre donación del propio cadáver a la ciencia no son nuevas, siempre causan cierta sorpresa, por lo grotesco. Los problemas prácticos que de tal acción se derivan no serán, ciertamente, para el magnánimo donante, sino para los familiares que quieran periódicamente homenajear los restos de quien en vida fuera su ser querido. Particularmente difícil sería hacerlo justamente el 2 de Noviembre, Día de Difuntos, que por disposición constitucional es asueto nacional y, en consecuencia, la institución poseedora de los músculos, huesos, cartílagos, vísceras y demás tejidos del(la) susodicho(a)... ¡estará seguramente cerrada!
martes, 17 de marzo de 2009
Auto-test para fanáticos
Ya que todavía hay por ahí muchos(as) desfasados(as) que no entonan con la necesaria línea moderada y de colaboración mutua que los diferentes actores políticos han manifestado en las horas post-electorales, he aquí un mini-auto-test que generosamente les recomiendo aplicarse, sólo por curiosidad.
1. ¿Es Ud. alguien que "no se explica" cómo es posible que haya personas que hayan votado por el otro partido, o considera a quienes así lo hicieron como no más que unos pobres engañados, seres miserables sin cerebro, similares y conexos?
2. Cuando Ud. escucha una crítica al partido político de su preferencia, o a uno de sus dirigentes, en vez de analizar si tal cuestionamiento es válido o no, ¿reacciona inmediatamente como raqueta de ping-pong, con frases del tipo “¿Y los otros no hacen lo mismo, eh?” o “¡Bueno, pero aquellos son peor!"?
3. ¿Cree Ud., de modo genérico y genuino, que todos los dirigentes del otro partido político “son iguales”, “son lo mismo” o “están cortados con la misma tijera” en cuanto a deshonestidad y falta de ética, como si el ejercicio de acciones condenables fuera patrimonio exclusivo de ellos y no del género humano en sí?
Si Ud. ha respondido que sí a una o más de las anteriores preguntas, le invito a aceptarse y asumirse como un(a) fanático(a). No es ninguna dádiva concederle que constitucionalmente Ud. tiene derecho a serlo, pero sepa que, en cuanto a lo que el país necesita en este nuevo período... ¡Ud. es parte del problema, no de la solución!
__________
Posdata: quienes en vez de contestar seriamente a las anteriores preguntas digan algo como “¿Y por qué mejor no se las aplican a sí mismos los del otro partido, eh?”, favor añadirse en la categoría de "fanáticos al cuadrado".
1. ¿Es Ud. alguien que "no se explica" cómo es posible que haya personas que hayan votado por el otro partido, o considera a quienes así lo hicieron como no más que unos pobres engañados, seres miserables sin cerebro, similares y conexos?
2. Cuando Ud. escucha una crítica al partido político de su preferencia, o a uno de sus dirigentes, en vez de analizar si tal cuestionamiento es válido o no, ¿reacciona inmediatamente como raqueta de ping-pong, con frases del tipo “¿Y los otros no hacen lo mismo, eh?” o “¡Bueno, pero aquellos son peor!"?
3. ¿Cree Ud., de modo genérico y genuino, que todos los dirigentes del otro partido político “son iguales”, “son lo mismo” o “están cortados con la misma tijera” en cuanto a deshonestidad y falta de ética, como si el ejercicio de acciones condenables fuera patrimonio exclusivo de ellos y no del género humano en sí?
Si Ud. ha respondido que sí a una o más de las anteriores preguntas, le invito a aceptarse y asumirse como un(a) fanático(a). No es ninguna dádiva concederle que constitucionalmente Ud. tiene derecho a serlo, pero sepa que, en cuanto a lo que el país necesita en este nuevo período... ¡Ud. es parte del problema, no de la solución!
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Posdata: quienes en vez de contestar seriamente a las anteriores preguntas digan algo como “¿Y por qué mejor no se las aplican a sí mismos los del otro partido, eh?”, favor añadirse en la categoría de "fanáticos al cuadrado".
domingo, 15 de marzo de 2009
Una vampirita (?) "emo"
No tengo la menor idea de cómo se pronunciará “Låt den rätte komma in”, título de la película sueca etiquetada como “Let the right one in” o sencillamente en los subtítulos “Déjame entrar”, una buena película del género “vampiro-emo” (la criatura y su víctima: nostálgicos, depresivos, solitarios, nocturnos, ensimismados, breves y, por supuesto, de género confuso). Su ritmo europeo glacial contagia incluso las escenas que, desde una perspectiva más sensacionalista, podrían haberse presentado más repulsivas a la vista, mas no a la imaginación. Pese a su perspectiva (el punto de vista del par de jóvenes protagonistas), queda suficiente espacio para reflexionar sobre el marcado egoísmo e infidelidad de la criatura, destino anunciado para su víctima voluntaria. Tensa sin manipular excesivamente la sensorialidad del público, es esta una obra fría como su clima interno, agradable a la imaginación y que, al mismo tiempo, transmite un efectivo retrato de las crueldades adolescentes, naturales y sobrenaturales.
¡Yo quiero ser observador electoral!
Viajas a otros países, te reciben con alfombra roja, te llevan de aquí para allá con policías que despejan el tráfico, te alojan en buenos hoteles, te entrevistas con gente importante, te sirven buena comida, te miran con fascinación y curiosidad, tu opinión parece importantísima... ¡y todo sólo por echar unas cuantas miraditas!
martes, 10 de marzo de 2009
Ni cuenta se han dado
La Unidad 6 del nuevo programa de Lenguaje y Literatura de 2º año de bachillerato señala dos obras de lectura (en teoría, obligatorias) para los casi bachilleres: “Trilce”, de César Vallejo, y “Las manos de Dios”, de Carlos Solórzano. Más allá de la calidad poética y teatral de ambas, con su respectivo carácter vanguardista, tengo muchas reservas en cuanto a la segunda.
Está claro que en la obra del dramaturgo chapín la comprensión del contexto sociocultural es sencillamente imprescindible, pues su anticlericalismo y la exaltación del Ángel Caído como apología del rebelde (enraizado en “El Paraíso perdido”, de John Milton) tiene sentido educativo sólo si se sabe lo que fue la Iglesia anterior al Concilio Vaticano II, así como las características políticas de las dictaduras latinoamericanas de la primera mitad del siglo XX y, por supuesto, la ancestral desnaturalización de nuestros sistemas jurídicos.
Sin todos estos elementos, trabajados con los estudiantes sobre la base de sanos criterios de objetividad y un elemental pero riguroso conocimiento histórico, creo que la obra podría resultar contraproducente desde la óptica de formación de valores y espíritu crítico, pues el traslado de su mensaje al contexto actual, sobre todo si se hace de manera irreflexiva y mecánica, ciertamente modela de una visión de mundo simplista y, a decir verdad, bastante anti-sistema, especialmente si el enfoque es tan superficial como el de quien dice: "todo sigue igual que hace sesenta años".
Lo curioso del caso es que, a nivel institucional, nadie parece haber cuestionado los aspectos antes señalados. ¿Será porque las personas a cargo de la revisión y validación de ese contenido en particular desconocen la obra en cuestión?
Está claro que en la obra del dramaturgo chapín la comprensión del contexto sociocultural es sencillamente imprescindible, pues su anticlericalismo y la exaltación del Ángel Caído como apología del rebelde (enraizado en “El Paraíso perdido”, de John Milton) tiene sentido educativo sólo si se sabe lo que fue la Iglesia anterior al Concilio Vaticano II, así como las características políticas de las dictaduras latinoamericanas de la primera mitad del siglo XX y, por supuesto, la ancestral desnaturalización de nuestros sistemas jurídicos.
Sin todos estos elementos, trabajados con los estudiantes sobre la base de sanos criterios de objetividad y un elemental pero riguroso conocimiento histórico, creo que la obra podría resultar contraproducente desde la óptica de formación de valores y espíritu crítico, pues el traslado de su mensaje al contexto actual, sobre todo si se hace de manera irreflexiva y mecánica, ciertamente modela de una visión de mundo simplista y, a decir verdad, bastante anti-sistema, especialmente si el enfoque es tan superficial como el de quien dice: "todo sigue igual que hace sesenta años".
Lo curioso del caso es que, a nivel institucional, nadie parece haber cuestionado los aspectos antes señalados. ¿Será porque las personas a cargo de la revisión y validación de ese contenido en particular desconocen la obra en cuestión?
domingo, 8 de marzo de 2009
Decisos e indecisos
"Uno no siempre hace lo que quiere,
pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere"
Mario Benedetti
Desde hace algún tiempo parece confirmada la existencia de una numerosa cantidad de votantes poseídos por las más esquemáticas visiones de mundo de los dos partidos políticos más fuertes, gentes a quienes no hay hecho o argumento alguno que les haga ni siquiera cuestionarse por la falibilidad de sus convicciones. Obstruida su mente por la ideología, estos fanáticos y fanáticas de voto y cabeza dura interpretan y deforman la realidad con tal de acomodarla a su visión de mundo, con frecuencia dictada por las respectivas cúpulas partidarias (y, ciertamente, por paquines y manuales baratos), reduciendo el universo a dudosas antinomias del bien y el mal.
Sin embargo, a la par del gentío antes mencionado, hay otro también numeroso grupo de personas que periódicamente, elección tras elección, deliberan y ponderan, meditan y deciden. Esta masa, generalmente llamada “silenciosa”, es la que ha fluctuado históricamente para dar a unos y a otros sus respectivas cuotas de poder y hacia la que en realidad se enfocan las campañas que esperan tener alguna dosis de éxito. El panorama numérico e ideológico que se ha planteado para la elección de la próxima semana vuelve particularmente clave la conquista de este voto indeciso.
En ese afán, los de un bando han planteado el problema esencial como una disyuntiva entre democracia o comunismo; mientras que los del otro han insistido en la figura del cambio necesario ante la inoperancia de quienes han estado en el gobierno. En cuanto al primer tema, los unos se han dedicado hasta la saciedad a tratar de demostrar que los otros tienen intenciones de establecer una dictadura comunista al mejor estilo prehistórico; en lo que respecta al segundo enfoque, los otros han insistido en señalar las fallas y fracasos del partido que lleva dos décadas en el poder, así como en ofrecer soluciones bonitas y rápidas para todos los problemas que padece el país.
Siguiendo la lógica apocalíptica de los unos, y suponiendo que los “dinos” tuvieran la intención de insertar al país en la órbita del tal “Socialismo del siglo XXI”, cabe preguntarse: ¿qué tan pragmático y qué tan factible sería que cambiaran el sistema de gobierno?, ¿no hay suficientes contrapesos en la sociedad como para parar tal intento (los otros órganos del Estado, el ejército, la empresa privada, la sociedad civil, etc.)?, ¿acaso no podrían marcharse por la misma vía que llegaron, es decir, perdiendo otras futuras elecciones? Viendo hacia la otra parte, ante la oferta de cambio presentada, es necesario analizar qué tanto más capacitados están los que ahora ofrecen cielo y tierra para resolver los graves problemas de pobreza, delincuencia y desempleo que tiene el país, considerando que criticar es fácil, que "de ofrecer nadie se queda pobre", que “no es lo mismo verla venir que lidiar con ella” y, sobre todo, que sus relaciones con buena parte del capital privado no son, ciertamente, de besos y abrazos.
Harto de más de un año de campaña electorera y escéptico ante ambas ofertas, como en esto de depositar ciegamente el timón en unos u otros no soy hombre de fes ni de confianzas, para mí tengo que lo más coherente que puedo hacer es llegar a la urna el próximo domingo, dibujar una banderita extra y marcar justamente sobre ella, anulando así mi poderoso y preciado voto. Tal acción es la única conclusión coherente para mi forma de pensar, mediante la cual también afirmo mi poder de decisión, pues si no me gusta lo que hay, no tengo por qué comprar lo que no quiero. Con ello, de paso, afirmaré algo muy sencillo: la opción política en la que podría creer (y hasta enlistarme)... ¡todavía no existe!
domingo, 1 de marzo de 2009
Lo peor de la cola
En una cola de hora y media de duración en un banco al atardecer, es difícil imaginar algo tan molesto como que el último de la fila comience a hablar -progresivamente, con el desconocido de a la par y en voz cada vez más estentórea- de temas cuya discusión resulta bastante estéril, pues nunca se llegará a un acuerdo si la base de los discursos del entusiasta hablante y el sufrido interlocutor son los “argumentos” de la volátil, miserable y falaz propaganda política de unos y otros. Yo, más que temer por el futuro del país luego de las elecciones (como al parecer era el punto en discusión), estaba preocupado porque la situación pasara de los insultos velados a las puteadas y los puñetazos (pero no más, porque cualquier arma de fuego es prohibida dentro de dichas instalaciones), con lo cual seguramente los noventa minutos de impaciente espera... ¡habrían sido por gusto!
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