miércoles, 24 de marzo de 2010
El perdón que de veras cuenta
Que el Presidente de la República haya pedido perdón a nombre del estado salvadoreño por el asesinato de Monseñor Romero, como antes lo hiciera por la matanza de los padres jesuitas, es un significativo gesto de reconciliación con la historia; sin embargo, más allá del simbolismo que pueda representar el acto en sí, no son esas las disculpas que necesitamos para que el perdón sea auténtico. El verdadero perdón sólo puede concedérsele a los asesinos materiales, intelectuales y contextuales; pero, lamentablemente y en pleno ejercicio de su soberbia, ellos no han aceptado su participación en los abominables crímenes, pese a estar algunos incluso juzgados, condenados y amnistiados por decreto; cuanto menos han expresado -ni ellos ni sus seguidores- ningún gesto de arrepentimiento ni desagravio. Señores de los magnicidios: el perdón está allí en las abiertas manos generosas de un pueblo que quiere sanar sus heridas. Tan sólo tienen que pedirlo.
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4 comentarios:
Flaco: me encanta esta entrada!, pero en esta parte me parece que hay algo raro:
"más allá del simbolismo que pueda representar el acto en sí, no son esas sean las disculpas que necesitamos para que el perdón sea auténtico. "
;) MB
Ya, un error de dedo, ya.
Buscando en la red las diferentes posiciones respecto a San Romero, me encontré con tu sitio, muy interesante por cierto.
Fíjate que el "perdón" que exploró en esta oportunidad nuestro presidente, es nada más protocolar y no tiene más impulso que el mediático, bajo el contexto de lo políticamente "correcto".
Te aseguro que no será en esta gestión que veremos cosas interesantes al respecto del esclarecimiento.
En fin, así es la vida estimado escritor!
Atlacatl
el-salvador.blogspot.com
Bien dicho, FG, bien dicho.
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