Que los medios salvadoreños de difusión masiva -especialmente los periódicos de mayor circulación y noticiarios de poderosas corporaciones- seleccionan a conveniencia los contenidos a los cuales darán mayor relevancia es una práctica conocida y para nadie debería ser un secreto ni un espectacular descubrimiento.
Tampoco es novedad el ocultamiento de ciertos hechos a los que, no obstante cumplir con los requisitos para ser noticia, se les da bajo perfil o sencillamente se ignoran e invisibilizan, bien porque no coinciden con la ideología de los dueños del medio o porque, como ha ocurrido en algunos casos, una persona con algún tipo de poder o influencia le pide al propietario que no se publique algo.
Sin embargo, todavía hoy hay personas incautas se creen ese discurso según el cual estos grandes periódicos son objetivos e imparciales, y que la ideología de sus propietarios no influye en la selección y tratamiento profesional de las noticias.
(Breve paréntesis: recuerdo una canción nacional de mediados de los ochenta, “Mundo inalámbrico”, la cual comenzaba al son de ♫ “Un, dos, tres: hoy me levanté a la seis, un poco después...” narrando el inicio del día de un ciudadano de clase media y dejaba esta frase mientras el protagonista toma un sorbo de café: “... y el periódico me trajo la realidad”. Así de fácil, así de ingenuo. Cierro paréntesis.)
Lo anterior viene al caso para señalar el tratamiento periodístico de la oposición manifestada por el Arzobispo de San Salvador, Monseñor José Luis Escobar Alas, ante el cambio de nombre que el alcalde capitalino Norman Quijano hizo a la calle “San Antonio Abad”, colocándole el del mayor Roberto D’aubuisson.
Esta no es una causa religiosa o partidaria, sino de carácter ciudadano contra todo monumento u homenaje infamante.En su habitual conferencia de prensa posterior a la misa dominical en Catedral Metropolitana, el prelado manifestó el malestar de la Iglesia ante tal hecho, por dos razones: la primera, porque es el nombre de un santo y la calle, ya tradicional, conduce a un lugar así llamado; y la segunda porque la Iglesia es “parte ofendida en el caso de monseñor Romero, el caso de los jesuitas, las religiosas asesinadas, así como otros sacerdotes y laicos" y -ojo con esto- su sentimiento "lo puedo comparar como cuando a una persona le matan a un hermano y quien se supone es el autor material o intelectual de ese asesinato es galardonado".
Ni más ni menos.
Esa noticia nos llegó a través de publicaciones de medios virtuales: Contrapunto, Diario1 y La Página.
“La Prensa Gráfica” publicó una notita web en donde, curiosamente, sólo citan la primera de las razones que dio el Arzobispo, omitiendo la segunda. En su edición impresa no publicaron absolutamente nada. Por su parte, “El Diario de Hoy” no se enteró de esa declaración o la consideraron irrelevante, puesto que no publican una tan sola línea, ni en su sitio web ni tampoco en el periódico impreso. En cambio y en contraste, se extienden por páginas completas a partir de un comentario incidental que el Arzobispo hizo sobre otro tema.
Sorprende un poco que el Diario “Colatino” tampoco publique nada, no sé si porque no acuden a las conferencias de prensa de monseñor Escobar Alas (quien, al parecer, no les simpatiza, aunque por razones distintas).
Diario “El Mundo”, quizá no tiene espacio para esas cosas.
A ver cómo les queda el repetido discurso de autoalabanza y objetividad a los editores jefes.
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