sábado, 18 de octubre de 2014

Cinco habilidades casi perdidas

El mundo cambia, la tecnología avanza y los hábitos humanos se modifican. Unos dirán que es progreso material y otros, por el contrario, resentirán el presunto retroceso del espíritu humano, según sea la perspectiva.

Comoquiera, hay ciertas habilidades y destrezas que están en claro proceso de desaparecer casi por completo debido al desuso, a que ya no se consideran necesarias porque hay aparatos omnipresentes que resuelven mejor el mismo problema, o al cambio de circunstancias y contextos.

Helas aquí, no sé si con solo afan descriptivo o con alguna nostalgia.

1. Teclear de modo ortodoxo

Ya en la época de la máquina mecánica de escribir había una expresión que aludía a las personas que no tecleaban correctamente en el qwerty (es decir, usando todos los dedos en las teclas asignadas, con la capacidad de hacerlo sin ver el teclado): uno se mofaba de ellas diciendo que escribían “a picapollo”. Con la transición a los teclados de computadora, la prescripción ortodoxa no cambió, pero la irrupción de los teclados táctiles de tablets y smartphones es otra cosa: la manera más cómoda de escribir –y, a menudo, la única manera- es usar sólo el dedo índice de la mano dominante. Y ya con la tecnología de reconocimiento de voz, ni qué decir.

2. Ordenar alfabéticamente

Buscar una palabra en un diccionario manual o un nombre en el directorio telefónico requería de esta habilidad. Hoy el diccionario y los lugares se hallan fácilmente en la web, mientras que el directorio impreso de personas ha desaparecido, quedándonos sólo con la sección de “páginas amarillas”. Cualquier programa de procesamiento de texto o datos tiene la función de ordenar alfabéticamente. El único orden que deberemos saber es que la a va antes que la zeta.

3. Sumar y restar mentalmente

No hablemos de las tablas de multiplicación o de la operación de dividir. Pensemos en sumas y restas de cantidades sencillas, cotidianas. Pague una cuenta de $7.50 con un billete de $10.00 y nadie sabrá que el cambio es de $2.50 a menos que acuda a la omnipresente calculadora, ya sea de escritorio o en su teléfono celular (que hay más aparatos que personas). Y si es con tarjeta de crédito, olvide la necesidad de cualquier cálculo, que en ese caso el cargo va directo, sin vuelto.

4. Memorizar números de teléfono

¿Se sabe los números de teléfono de sus contactos frecuentes? Yo no. Y la agenda de mi teléfono celular tampoco me lo recuerda, pues lo que me muestra siempre es el nombre. El colmo es que usted no se sepa su propio número de teléfono.

5. Encontrar direcciones por sí mismo(a)

El diseño ortogonal con que fueron construidas nuestras ciudades facilitaba mucho encontrar una dirección, pero entonces vinieron las nominaciones honoríficas: la 5ª calle oriente pasó a llamarse “Calle Don Fulanito de Tal” y la 8ª avenida sur fue bautizada como “Doña Sutana Menganita”. Después, las urbanizaciones de nombres elegantes con calles nombradas como flores, mares, océanos, volcanes y lagos, sin orden alfabético ni numérico. Si usted no conoce el sitio, tiene que hacer referencia tras referencia a lugares, marcas y rótulos. Haga la prueba pidiendo una pizza a domicilio.

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