Prometo para próximos días (meses) unos párrafos amplios sobre “Titanes en el Ring” (pilar de mi cultura televisiva primigenia, junto a “Los Picapiedra”, “Los tres chiflados” y “Ultraman”). Entretanto, confieso que nunca pude aceptar el juicio negativo que mi padre y mi hermana mayor lanzaron contra uno de los personajes-tipo de aquel célebre programa: el Mercenario Joe, luchador del bando de los “rudos” o “villanos”, quien según ellos representaba (y caricaturizaba como “malo”) al icono revolucionario latinoamericano, Ernesto “Che” Guevara.
Mis argumentos de niño inocente debieron basarse en algo así como que ellos estaban viendo oscuras intenciones donde no las había. Obviamente, ni sabía ni me interesaba nada de política argentina, pues -aparte de este programa- mi relación con el país del sur se limitaba a la edición semanal de la revista "Billiken" y las caricaturas de Mafalda. Menos aun me preguntaba por la percepción que los distantes pibes podían tener sobre el tema ni, faltaba más, de la presunta ideología de Martín Karadagián, contra quien una vez el soldado apátrida se enfrentó en lucha de parejas... y éste acabó “comprando sus servicios” con un fajo de billetes en una esquina del ring, para vapulear a no sé quién en un tres contra uno.
Más serenamente y décadas después, debo admitir la verdad de aquella observación familiar, pues... ¿quién le quita la pinta de guerrillero (boina, bigote, metralleta, estrellita)? Y, sobre todo... ¡el habano! Pero esta comprobación, lejos de invitarme a cualquier apostasía luchística, no hace más que aumentar mi interés por escuchar más opiniones sobre el tema.
lunes, 4 de diciembre de 2006
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2 comentarios:
¿Pues qué vamos a comentar?.
El clásico aspecto del Ché redunda en lo mítico y misterioso de quienes sueñan con el romance del guerrillero que lucha por la justicia y la igualdad (no muy diferente a la mayoría de películas del cine épico estadounidense). Nadie puede negar que la repulsión "natural" a figuras como Guevara no es más que el reflejo de un proceso social intencionado que a veces, suele funcionar y que otras, suele impulsar a la curiosidad que desemboca en pasión. Pese a lo anterior, yo me quedo viendo de lejos la figura, quién sabe si porque el proceso social hizo bien su trabajo en mi o porque en casi nada coincido con el personaje en cuestión.
Martín Karadagián: tal vez su última entrevista
Por Pablo Gorlero
20 de abril de 1991
Un extracto sobre el tema:
"P. Gorlero-Se llevó bien con todos los gobiernos.
-M. Karadagián-Es que soy apolítico. Al gobierno hay que respetarlo sea quien sea."
Y en esas épocas, decada del '70, casi todos los gobiernos fueron en Argentina, ya saben.
Y no me extraña que pusiese en la figura del malo a una encarnación del comunismo (al menos para los otros), ya que en esa época el cine, por ejemplo estaba censurado y se realizaban películas más q bobas, de gente cantando cosas más q bobas.
Me cconsta que varias radio también estaban censuradas, claro, y así iba todo.
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