viernes, 22 de diciembre de 2006

Sinapsis

Entre 1989 y 1991 existió "Sinapsis", un grupo musical amparado en los instrumentos y locales del entonces "decanato de estudiantes" de la UCA.

Junto conmigo estaban "Guayo" Quijano (guitarra electroacústica), David "Chele" Aguirre (guitarra eléctrica), Carlos "Guasa" Membreño (sintetizador), Carlos "Grillo" Rodríguez (batería) y dos pianistas no simultáneos: Jaime Morales, quien apenas estuvo unas semanas, y Juan Carlos Carranza. Las chicas del coro fueron varias y efímeras (Ángela Escobar, Consuelo Reyes y alguien llamada Glenda). La voz líder, entretanto, siempre fue la de Napoleón "Ney" Vásquez, quien hacía pasos de baile espectaculares en medio de las interpretaciones y, cuando alguna vez olvidaba las letras, cantaba "en alemán".

El repertorio alternaba mis canciones originales con algunas otras de un género que podríamos llamar "rock & canto nuevo", tales como "Niños eléctricos" (Miguel Ríos), "Las cosas que he visto" (Eros Ramazotti) y "Mujer poetisa" (Roy Brown). Nuestras presentaciones ocurrieron, mayoritariamente, en el Auditorium universitario y algunas salidas esporádicas fuera del alma mater (una de ellas, la del Seminario "San José de la Montaña", nos permitió sacudir, a base acordes, las mismas entrañas del poder eclesial).

Fotos nuestras no tengo, pero sé que las hay en algunos archivos de las jornadas culturales de homenaje a los mártires de la UCA. Aquí la letra de una de aquellas canciones:

MANIFIESTO

No,
no me gusta ser vocero
del oprobio y de la muerte.
En mi canto no hay engaños
que lastimen a mi gente.

No,
no comparto los esquemas
ni las voces ni los cultos
que se alegran con el llanto
y se adornan con el luto.

No,
no permito las paredes
que limitan mis sentidos,
porque la creación vivida
no es sujeto de presidios.

No,
no tolero las miradas
que destellan municiones,
ignorando la exigencia
de las voces de millones.

Desacato los poderes
que construyen estandartes
donde el canto se deforma
detrás de fríos altares.

Manifiesto el aire puro
enemigo de injusticias,
sembrador de la sonrisa,
preparando el desayuno
para el viejo, para el niño,
la mujer, la nueva estirpe,
esta raza que aún sigue
queriendo un mejor destino.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como siempre, desde el alma y directo a la realidad.

juvenil-kenwood dijo...

Saludos estimado Francisco, que admirable tu esfuerzo por dejar en este terruño de tierra llamado El Salvador estas obras literarias y musicales tan profesionales, tu talento siempre moverá las almas de aquellos que apreciamos el buen trabajo y la trasparencia de tus valores. Sigue adelante amigo y muchas felicidades.
atte.
Roberto Napoleón Vásquez.