sábado, 11 de noviembre de 2006

¡Ah, hija mía!

Una frase teatral utilizada en el trato cotidiano, con su particular entonación y cierta pose escénica, debe tener algún significado más allá de sí misma. No sabría definir con exactitud todo lo que, de manera implícita, quiero expresar. Dependiendo del estado de ánimo, podría ser un saludo, un reencuentro, una llamada de atención, una manera de hacer contacto, una exclamación de amor filial, etc. Me da la impresión de que Diana, mi hija, entiende la intención... aproximadamente, aunque ello no me libera de la duda inherente a cualquier suposición. Tal vez por cosas como esta, en nuestro modo de ser y de tratarnos, alguien haya visto la genética aplicada (apreciación que no descarto).

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