sábado, 11 de noviembre de 2006

Reencontrando tiempos y juventudes

El Viernes 13 de Octubre de 2006 tuvo lugar un encuentro del que decidí ser parte sólo hasta quince minutos antes de la hora fijada, las seis de la tarde: se reunía una buena parte de la promoción 1995 del Colegio "Sagrado Corazón", a la cual fui invitado en virtud de haber coincidido con ellas en mi labor docente durante casi seis años en la citada institución. En esa época, dicho colegio funcionaba según la antigua usanza de las instituciones católicas, separadas por género; de tal forma que, once años después, aquello debía consistir en una pequeña pero muy ruidosa multitud de señoras de distinta índole.

La prolongada duda en hacerme presente obedeció, como casi todo en la vida, al temor a lo desconocido: uno nunca sabe de qué se van a acordar las personas, años después, en edades maduras, fuera ya de inhibiciones antes reglamentadas por la relación docente-estudiantil. Sin embargo, en general el clima no derivó hacia esa posibilidad y, en cambio, disfrutamos de dos horas y media de charla informal, redescubrimientos y actualizaciones agradables.

Haber visto ya adultas a estas niñas de antaño tuvo un saludable efecto psicológico: puesto que, año con año, uno está en contacto laboral con personas cada vez más jóvenes, la brecha generacional se amplía irremediablemente y el paso de los años acentúa su contraste; por lo tanto, verlas así, en plan de adultas, profesionales o entusiastas madres de familia, lució como un pequeño e involuntario gesto de solidaridad de su parte.

Sin embargo, creo que lo más tonificante fue percibir, detrás de sonrisas y saludos que bien pudieron ser protocolarios, una gama de mutuas sensaciones positivas, como si durante aquellos años juveniles algo imperecedero se hubiera construido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola
Como bien usted lo dice este fue un reencuentro agradable que dejo muchas buenas sensaciones, estar de frente a compañeras y amigas que no veía desde hace 11años revivio en mi recuerdos que había enterrado y que al parecer como por arte de mágia resurgieron de lo más profundo llenando mi corazón de un inmenso gozo.
Gracias por hacerse presente y por demostrarnos que no ha cambiado nada.
Exitos como siempre.
Astrid Escalante de Torres