Desde hace algún tiempo, ante la pregunta "¿cómo está, qué es de Usted?", infligida por alguien a quien no veo desde hace mucho, pero con quien tuve algún nexo personal o profesional más o menos significativo, suelo responder que, justamente desde hace años: "¡Soy una copia de mí mismo!"
Esta respuesta, un poco más elegante que un "¡bien, por aquí, siempre...!", encierra una observación de la cual no sé si alegrarme o preocuparme. ¿Significa acaso que he alcanzado la estabilidad vital suficiente como para sentirme cómodo así como soy, haciendo lo que hago, disfrutando de lo que disfruto? ¿O acaso debería retorcerme en algún tipo de remordimiento por haberme convertido en un acomodado?
Ignoro y no pienso indagar si debería confrontarme con ningún tipo de existencialismo (por aquello de que uno nunca termina de "hacerse a sí mismo"). En cambio, me parece más razonable abandonar de inmediato esta ficticia discusión y disponerme a continuar disfrutando, mientras dure, de esta extraña y casi rural tranquilidad, en medio del distorsionado y estrepitoso contexto urbano en el que habito.
sábado, 11 de noviembre de 2006
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